Hijos de las sombras

martes, 17 de junio de 2014

Pequeña Golondrina

La llegada del buen tiempo es una inyección de ánimo. El sol me da vida y me llena de una vitalidad explosiva que tiene la capacidad de adormecer mis pensamientos más oscuros. Siempre fue así… o no, y quizás hubo en un momento de calma y paz que en algún momento llegué a olvidar.
El caso es que sepultado bajo una montaña de emociones inquietantes y angustias existenciales, mi figura llegó a deformarse de tal forma, que llegó un momento en el que no pude reconocerme en aquella identidad malsana que ahora pretendo dejar atrás. Las filosofías orientales, el pensamiento en blanco, la aparición de personas con una importancia capital en mi renacer y la sinceridad conmigo mismo, me han mostrado un camino muy placido en su recorrido. Es como haber salido de un asfixiante desierto tapizado en los interminables rojos y ocres de su paisaje cruel e infinito, y pasar como en el milagro de un sueño, a caminar por un nuevo entorno tapizado de vegetación y una suave brisa que te susurra directamente a lo más profundo.
Lo he entendido, mi pequeña golondrina, los arboles ya me hablan a mí también y he empezado a correr. Emocionado, extasiado y jadeante por ver más camino. El resuello sin fondo de mis pulmones clamando por una bocanada más de oxigeno Y el hecho de caminar por nuevas sendas me ha abierto los ojos de tal manera que he dejado de caminar para empezar a correr. Sentir el aire jadeante e insuficiente enroscándose en los pulmones me llena de vitalidad, el dolor lacerante de unas piernas antaño derrotadas me enseña constancia, y una vuelta más girando en un circulo infinito comenzado mucho tiempo atrás me transforma cada día en alguien más libre y transmuta el mundo a mi alrededor mostrándome una belleza que antaño solo podía intuir. 

Y así es mi mundo ahora, como este relato, sin principio y sin fin, solo clamar por una vuelta más. Y cuando llegue a ti de nuevo, ese día  mi pequeña golondrina, ese día te pediré perdón por no haber estado vivo cuando te amé.

http://youtu.be/FDhupp9cvNs

sábado, 7 de junio de 2014

Princesa

Mi realidad ha sufrido un vuelco más que espectacular en los últimos meses. He vivido en un periodo muy oscuro donde reinaba el kaos y un modelo de autodestrucción más o menos moderado, durante el cual se sucedieron una serie de vivencias bastante interesantes, y que se salían un poco de los cauces de lo que se considera más o menos normal. He visto situaciones extrañas y me he metido en algunos follones pasajeros de los que he salido más o menos bien parado, he hablado con gente extraña y he entendido, alcanzando bastante claridad, algunos aspectos siniestros de un mundo soterrado en la inquina de los prejuicios. Hablando en plata, he pasado a un nuevo nivel, he derrotado al terrible monstruo guardián del nivel uno y sigo avanzando... ¡Up! Cabriola pixelada y bonus extra. La barra de prejuicios se vacía y yo camino por un nuevo nivel matando bichos y ligero de la carga de tener que juzgar a nadie. Es muy pesada carga. Que cada cual haga lo que quiera. Todo es indiferente. Yo a lo mío, que es seguir matando marcianos y llegar al último nivel y salvar a la princesa. No comeremos perdices, pero pienso encerrarme una semana con ella en el torreón del castillo y hacer que nos traigan a la cama comida y agua. Después nada, una versión para adultos del final de esta historia y el observar como se disuelven en el silencio las volutas de un cigarro postcoital. El sonido de un suspiro que brota del pecho de una princesa atrapada en mi lecho, y preguntarse: ¿Quién ha salvado a quién?
 

viernes, 6 de junio de 2014

Instinto

El calendario sigue arrancando hojas y las cosas parecen haberse estancado un poco. Pero no hay problema, supongo, ciertos contratiempos han obligado a reducir las marchas y me lo he tomado con calma, quizás demasiada. Volver a viejos hábitos es muy tentador, pero poco recomendable y respirar nuevas frecuencias y olvidarse de los viajes pirotécnicos no solo suena apetecible, sino que es sumamente recomendable, al fin y al cabo estos viajes ya no me proporcionan demasiada paz ni momentos demasiado lúdicos, son instantes perdidos en los que mi brújula interior parece magnetizarse en el preciso instante en que las señales de los caminos apuntan hacia todas las direcciones posibles.

..........................................................................................................................

 La señal Gps se ha perdido hace un instante. A la espera de una nueva señal.

Y mientras espero a que se resuelva el apagón tecnológico aprovecharé el momento de hacer un alto en el camino y recopilar los datos que se acumulan en mi interior para tratar de darme respuestas.

(Preguntas a mí mismo)
(Discurso interno)
(Enorme discusión conmigo mismo)
(Conclusiones)



Sacando ventajas de las desventajas, cerrar los ojos, sacar pecho y respirar largo y tendido. Correr cinco kilómetros y llorar con cada metro rebasado a tus propios limites, mirar más allá y entender que nada es importante, tan solo el preciso instante y que tan solo hay que hacer aquello que realmente quieres hacer. Vivo en un infinito laberinto de mil pasadizos y puertas franqueadas por misterios que conducen a otras puertas, y, a nuevos misterios, algo que nunca ha dejado de inquietarme, no obstante, y ahora que por fin puedo atisbar que mi camino tan solo es un recorrido absurdo y sin más finalidad que la de caminar sin llegar a ninguna parte, me doy cuenta de que no necesito un Gps lo que necesito para guiar mis pasos. Quizás un diez por ciento de sentido común y el resto pues, de puro instinto.