
La muerte trae la podredumbre
en la que la vida te precipita.
Cálida, certera y exquisita,
es la segadora de la herrumbre.
Mas si vives en la incertidumbre,
violado por un dios sodomita
y consumido como flor marchita,
ella pondrá fin a tu pesadumbre.
Generosa en su abrazo frío,
es consuelo en todo su esplendor,
es mar a donde fluye todo río.
Es ahora, con el umbral sombrío
traspasado, cuando este dolor
del vivo al fin deja de ser mío.
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