Hijos de las sombras

viernes, 23 de mayo de 2014

El cuento

El torrente de acontecimientos se ha desatado. No creo estar haciéndolo todo lo bien que debería, pero al menos ya he empezado a dar pasos en la dirección correcta. Me sigue doliendo el estomago y sigo nervioso, pero aunque padezca de vértigos espontáneos soy consciente de que ahora que la rueda del destino parece haber comenzado a girar sobre mi eje vital, simplemente, no puedo desfallecer. Me juego demasiado, no tengo un duro y necesito hipotecar un riñón para poder invertir y tener una oportunidad. No lo veo fácil y aunque soy muy optimista hay demasiados ojos pendientes de mí, y pocos creen. Uff

El panorama es desolador, así lo veo cuando oteo el horizonte más cercano, mi lado pesimista sigue ahí, susurra pero no se ceba y eso me alegra, está colaborando conmigo, entiende la gravedad del asunto y aunque es incapaz de alejarse me da una cierta libertad de movimientos. Nada que objetar. Sin embargo, irónicamente, lo que he de vigilar de más de cerca es mi lado optimista y controlar sus adicciones por la euforia. Sí, lo reconozco; sientan bien, son cojonudas y son un subidón de adrenalina, admito que es una droga potente y es difícil querer bajarse de ahí y volver al mundo real. Pueden creerme, hay unas vistas formidables desde ese balcón donde todo es fabuloso y nada falla y si por un casual algo fallase tampoco pasaría nada, otra ralla de euforia y de nuevo en plena forma y preparado para una noche que se hace día en un suspiro, donde no existe el cansancio y todo encaja a la perfección, donde los días son como piezas de un puzzle de incógnitas que quizás al final tan solo llegue a desvelar una escena del cuento de la lechera.

Venderé la leche, compraré una gallina, venderé los huevos, compraré... bla bla bla

Y he aquí donde nace el verdadero miedo, ¿He calculado bien? No lo sé. Nadie opina, nadie sabe, estoy solo de cojones y me doy cuenta de que nadie va arrimar el hombro por mí. Solo caras hostiles por parte de muchos, para unos soy un loco, un patán para otros y un caso incorregible para una gran mayoría. Supongo que ya ha dejado de importarme, me he dado cuenta de que nadie en toda mi vida ha sido capaz de descifrarme y pedir referencias acerca de mi mismo no es más que un acto de estéril perdida de tiempo.


Salir a la carretera, conducir sin rumbo y dormir cada día en un sitio diferente, rodeado de rostros extraños y voces desconocidas, trabajar, ganar dinero y pagar los favores, breve ensayo para la huida. Una huida que, como siempre, es solo hacia delante. Y donde quizás por fin llegue a entenderme.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.